“Desgraciadamente en Europa central hay islamofobia”. Esta es una de las conclusiones del último Informe sobre la Islamofobia en Europa -EIR- de 2021.
Los investigadores creen que los partidos políticos, especialmente la extrema derecha y los medios de comunicación, son altavoces de esta discriminación que se mezcla con el racismo, el odio y la xenofobia. Hace unos meses, Marine Le Pen, candidata en segunda vuelta a la presidencia de Francia y líder de la ultraderecha gala consideraba que “el velo islamista es un marcador de esta ideología totalitaria. Por lo tanto, deseo liberar de ella a todas las mujeres de nuestro territorio nacional”.
“La islamofobia se está legitimando desde muchos gobiernos europeos, también en los parlamentos aprobando nuevas leyes que discriminan a los musulmanes, principalmente en la Europa central. Leyes como la prohibición del burka y otras medidas que van dirigidas a reducir los derechos de esta población”, dice Enes Bayraklı, director del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Turco-Alemana de Estambul.
“Si la fobia es solo a nivel social se pueden hacer campañas para reducir la tensión, redirigir el problema y atajar esos prejuicios, pero cuando se institucionaliza es un problema, porque los políticos lo utilizan para consolidar su poder”. Bayrakli recuerda que en Dinamarca la sharia se convirtió en una política de estado para atacar a los musulmanes de forma legal, y las políticas francesas prohibiron el velo en los espacios públicos. Estas decisiones, dicen, potencian la islamofobia entre la población que percibe a este colectivo como un peligro público generalizado.
Además, señala Bayrakli, moniteran constantemente a personas y entidades musulmanas, incluyendo en listas negras a más de 25.000 personas e instituciones, entre las que hay 4 escuelas, 37 mezquitas, 210 empresas o pequeños negocios y dos organizaciones. Hasta enero de 2022 se habían incautado unos 46 millones de euros.
Muchos países centroeuropeos y del norte del continente han implementado este tipo de legislación en los útlimos años, especialmente desde la llegada masiva de refugiados a Europa en 2015, y “muchos políticos y medios de comunicación potencian la idea de que son enemigos de la civilización occidental”.
El gobierno austríaco de Sebastian Kurz, invirtió claramente en políticas y legislación que el EIR califica de “manipuladoras y autoritarias”. La justicia tumbó algunas de esas políticas en las que se incluía el cierre de mezquitas. “Pero revertir esas políticas por la vía judicial es un proceso largo y costoso”.
Actualmente el excanciller es copresidente de la ONG Consejo Europeo para la Tolerancia y la Reconciliación que busca luchar contra el antisemitismo y la negación del Holocausto en Europa. Junto a Kurz también participan Toni Blair o José María Aznar.
Aumentan los delitos de odio religiosos
Asesinatos, ataques verbales o con armas en las calles, agresiones en centros de menores, mezquitas o contra la libertad de religión, campañas en las redes sociales son cada vez más habituales contra este colectivo y han aumentado tras la pandemia.
“Claramente mi identidad está siendo instrumentalizada en elespacio público”, dice la francesa Lisa Troadec, de 28, gerente de una guardería y enfermera. “Desde que comencé a usar velo he vivido situacionestraumáticas de racismo a diario en el espacio público, miradasmalintencionadas, abusos verbales e incluso empujones”.
En España y observando lo que ocurre en las redes sociales, según datos de OBERAXE (Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia), en los momentos más bajos de islamofobia estos representaban el 9,5% de los delitos de odio, aunque cuando se intensifican las campañas extremistas en medios de comunicación y redes sociales aumenta al 14,7%. El Ministerio del Interior no distingue entre delitos de odio, pero las denuncias han aumentado un 41% en los últimos cinco años.
Sergio Gracia es director del CINVED (Centro de Investigación de la Extrema Derecha), que recopila noticias de prensa sobre ataques de este tipo, asegura que “este tipo de delitos deberían ser perseguidos legalmente” y aumentan durante las campañas electorales.
En momentos de tensión, de atentados o conflictos internacionales en los que está implicado algún país árabe o islamista, los seguidores de esta religión se sienten más acosados, y reciben insultos relacionados con los líderes de esos países. Por ejemplo, les acusan de ser un guardaespaldas de Gadafi o se dirigen a ellos llamándolos Bin Laden. Según la organización benéfica londinense Unidad de Respuesta a la Islamofobia la discriminación también llega al trabajo, donde se reducen las posibilidades de encontrar una ocupación o de ascender dentro de las empresas.
Foto: Casa Árabe
El odio al islam muestra diferente tipología según los países y las zonas geográficas. En Grecia, se mezcla con la identidad nacional ampliados por sus enfrentamientos históricos con Turquía o la llegada masiva de refugiados de Oriente Medio a sus fronteras. En Malta, un país con casi la mitad de población musulmana, están influenciado por las relaciones políticas con Libia, en Francia con Argelia y en España con Marruecos.
Enes Bayraklı piensa que “mientras en el norte el racismo está potenciado por la esfera política en el sur de Europa es más económica”. En los países del Este la presencia de musulmanes es casi imperceptible. El islam en Europa es la segunda religión más importante, tras el cristianismo y son mayoritarios en Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovoy los países transcontinentales de Turquía y Azerbaiyán. En la Unión Europea se calcula que dentro de una década vivirán unos 35 millones de musulmanes, la mayoría hijos de emigrantes.
El estudio se presentará oficialmente el 21 de septiembre, pero se han adelantado algunas conclusiones en la Casa Árabe de Madrid, en la que además de Enes Bayrakli y Sergio Gracia han participado la maltesa Sara Ezabe Malliue, investigadora del discurso de odio en las redes sociales y el sociólogo griego Alexandros Sakellariou.
Todos coincidieron en que uno de los problemas para reducir el delito de la islamofobia es la división interna dentro de los musulmanes en Europa, que no ayuda a poder contraatacar las actitudes islamófobas y el desconocimiento general sobre el islam por parte de los ciudadanos europeos. Pero también destacan que “a pesar de que hay muchos problemas sin resolver se van dando pequeños pasos positivos”.
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